Por: Eliana Fuentes
La
generación de nuestros padres fue una generación educada para respetar,
trabajar, ser leal; para defender su
nombre a través del comportamiento social y el prestigio académico entre muchas
otras cosas.
Esa generación educa a sus hijos para que sean
personas de bien, para que practiquen el respeto y el auto cuidado; esa
generación nos entregó una sociedad en la cual, la palabra era poder y
garantía, en la cual las mujeres eran educadas para resaltar esos dones de feminidad,
protección y arte.
Esa generación que hoy día son nuestros
padres, los cuales nos cansan, de los cuales renegamos y hasta decimos que pereza usted. A ellos debemos de agradecerles que al nacer todavía nuestro
mundo es habitable, que todavía sepamos
dar amor. Y nosotros, que somos la nueva generación, ¿Qué sociedad deseamos
dejar?, ¿Qué lugar deseamos formar para
nuestras familias y amigos?, ¿Cómo deseamos
que sea el mundo para cuando nuestros
padres y tal vez nuestros hijos envejezcan?.
Ahora,
tenemos la responsabilidad más grande que nunca antes tuvo una sociedad.
Ahora, el
futuro de nuestro prójimo, de nuestro planeta, el de nosotros mismos está en nuestras
manos.
Tenemos
el albedrio de mirar a nuestro alrededor y analizar en que contribuimos para
que todo sea mejor. (¿En que contribuyes tú?)
Somos
el futuro, somos la esperanza para evitar nuestra
destrucción.
Es ahora
el tiempo de cambiar esa actitud de que no hago, porque él tampoco hace.
Es ahora el momento de rebelarnos contra todo aquello que nos quiera
perjudicar; es ahora que debemos construir sociedades de las cuales
nuestros padres se puedan enorgullecer y no ayudar a que se destruya mas.
Es
ahora que debemos de analizarnos y corregir nuestros errores, fortalecer
nuestras debilidades y darnos a la tarea de entregar un mundo mejor, de empezar
a construir ese mundo soñado, ese donde todos nos amamos, protegemos y
toleramos. Ese mundo donde divertirse no significa destrucción.
Es
hora
pues de ponernos la mano en nuestra conciencia y educarla para
que seamos lo que queremos ser y no los seguidores de todo aquel que con
engaños y mentiras quiere destruirse y destruir nuestra vida.
Somos
hijos de Dios, dueños de un mundo perfecto que se nos dio para ser felices, es
ahora la oportunidad para vivir en
grande y no para seguir corrigiendo grandes errores, que podemos evitar solo si nos sentamos a
pensar en nuestro libre albedrio.
El
mundo y nuestra raza están en nuestras manos, ¡Somos el ahora, somos la esperanza ¡