lunes, 21 de agosto de 2017

AHORA


 Por: Eliana Fuentes

La generación de nuestros padres fue una generación educada para respetar, trabajar, ser leal; para defender su nombre a través del comportamiento social y el prestigio académico entre muchas otras cosas.
 Esa generación educa a sus hijos para que sean personas de bien, para que practiquen el respeto y el auto cuidado; esa generación nos entregó una sociedad en la cual, la palabra era poder y garantía, en la cual las mujeres eran educadas para resaltar esos dones de feminidad, protección y arte.
 Esa generación que hoy día son nuestros padres, los cuales nos cansan, de los cuales renegamos y hasta decimos que pereza  usted. A ellos debemos de agradecerles que al nacer todavía nuestro mundo es habitable, que todavía sepamos dar amor. Y nosotros, que somos la nueva generación, ¿Qué sociedad deseamos dejar?, ¿Qué lugar deseamos formar para nuestras familias  y amigos?, ¿Cómo deseamos  que sea el mundo para cuando nuestros padres y tal vez  nuestros  hijos envejezcan?.
Ahora, tenemos la responsabilidad más grande que nunca antes tuvo una sociedad.
Ahora, el futuro de nuestro prójimo, de nuestro planeta, el de nosotros mismos está en nuestras manos.
Tenemos el albedrio de mirar a nuestro alrededor y analizar en que contribuimos para que todo sea mejor. (¿En que contribuyes tú?)
Somos el futuro, somos la esperanza para evitar nuestra destrucción.
Es ahora el tiempo de cambiar esa actitud de que no hago, porque él tampoco hace.
 Es ahora el momento de rebelarnos contra todo aquello que nos quiera perjudicar; es ahora que debemos construir sociedades de las cuales nuestros padres se puedan enorgullecer y no ayudar a que se destruya mas.
Es ahora que debemos de analizarnos y corregir nuestros errores, fortalecer nuestras debilidades y darnos a la tarea de entregar un mundo mejor, de empezar a construir ese mundo soñado, ese donde todos nos amamos, protegemos y toleramos. Ese mundo donde divertirse no significa destrucción.
Es hora pues de ponernos la mano en nuestra conciencia y educarla para que seamos lo que queremos ser y no los seguidores de todo aquel que con engaños y mentiras quiere destruirse y destruir nuestra  vida.
Somos hijos de Dios, dueños de un mundo perfecto que se nos dio para ser felices, es ahora la oportunidad para vivir  en grande y no para seguir corrigiendo grandes errores,  que podemos evitar solo si nos sentamos a pensar en nuestro libre albedrio.
El mundo y nuestra raza están en nuestras manos, ¡Somos el ahora, somos la esperanza ¡


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